TIEMPOS DE DOLOR Y SANGRE EN LAS
ALTURAS DE AYAVACA
Una
fábula de un hecho más fabulosamente real
Portada del libro de cuentos "Tiempos de dolor y sangre en las alturas de Ayavaca" |
El profesor Wilder Jaramillo
Hualpa, amigo, soñador y escritor, me alcanzo hace tiempo uno de sus libros “Tiempos de dolor y sangre en las Alturas de Ayavaca”. Me había
comentado las ideas de sus textos y me pedía que diera mi opinión sobre lo
escrito. Las razones, además de la amistad y el interés por tópicos culturales,
era la posición respecto al tema minero que compartíamos y del cual desde
diferentes ángulos y escenarios habíamos sido testigos. De muy buena manera asumí,
también, la propuesta de acompañarlo en la presentación oficial de su libro en
nuestra Ayavaca. De ahí que hoy tenga el pretexto para disertar algunas ideas.
En nuestra Ayavaca, el
escribir y sobre todo el difundir literatura, es más que un privilegio, muchas
de las veces parece una quimera, por ello es que cada vez que surge un texto
hecho por ayavaquinos es causa de gozo y esperanzas. Saber que producir
información y conocimiento por hombres y mujeres con los que nos encontramos
por las calles, y que muchos son amigos nuestros, nos acerca más al placer de
leer y aprender. Al margen de la
orientación ideológico política de cada autor, siempre es un gusto la
publicación de algún libro: las investigaciones del profesor Ríos Castillo, la
poesía de Joel, los artículos de Mario, las revistas Yantuma o Ayahuaca, y el
poco difundido, pero interesantísimo, testimonio del paisano residente en
Suecia Elio Portocarrero Ríos titulado: “La historia que nunca Contamos: La
Experiencia Guerrillera del MIR”. Empero siempre es un gusto, una alegría y
reconfortante, el saber que algo se ha publicado y que es hecho por paisanos
nuestros y en muchos casos por maestros, colegas nuestros.
Para ir centrando la discusión
en el libro Tiempos de dolor y sangre en
las alturas de Ayavaca, sería bueno comentar ligeramente la trayectoria
literaria del autor. Wilder es escritor, pero es sobre todo un creyente de la
literatura. Empezó, como el mismo dice, en las aulas del San Pedro Chanel, casa
de estudios de los Padres Maristas. Sus primeros escritos los desarrolló en sus
revistas “Epoka Andina”, “Huamba y sus Lagunas Indómitas”, luego vinieron,
entre otras, “Línea Verde” y sus “Cuentos
Prohibidos”. En dichos trabajos se expresa, ya desde sus inicios, una línea de
su literatura que estará relacionada con el tema ambiental y campesino. En los
cuentos Prohibidos, solo para ejemplificar esta idea, hay un cuento muy hermoso
con el sugerente título de AZUL Y CELESTE, que es la historia de amor entre dos
aves que ven interrumpido su idilio por la llegada de unos helicópteros de una
empresa minera. Pero es, en este libro donde su identificación con el tema
ambiental se convierte en sí mismo, la historia central de los cuentos y que
formarían parte de una novela.
Vigotsky, sostiene que la
creación es producto de la realidad, que la imaginación y la creación literaria
es la combinación de elementos de nuestra realidad, los cuales sometidos a
procesos psíquicos dan como resultado la creación de un producto: un cuento,
una canción, un poema y en otros casos expresiones de tipo material (los
inventos). Es así que no existiría literatura solamente con la existencia del
autor, sino que hay una relación del escritor con su contexto. El texto que hoy
se presenta es una evidencia de lo dicho.
Los cuentos que Wilder nos
presenta son producto, sobre todo, de la realidad que nos ha tocado vivir ya
casi durante diez años: el conflicto comunal – minero. El papel de Wilder ha sido
fabular esa realidad. Construir historias a partir de hechos reales. El mérito
es, precisamente, convertir un tema de noticia dura y fría en un texto
agradable y comprometido como un cuento.
Wilder Jaramillo Hualpa, escritor ayavaquino |
Cinco son los cuentos
presentados. En ellos discurren ideas, personajes, aspiraciones,
contradicciones y sueños. Y es que la realidad tuvo como escenario de
confrontación lo mismo: ideas, personajes, aspiraciones y contradicciones.
Desde la idea que nos muestra al expresar en su primer cuento el sincretismo
entre Dios, el Dios Judeo-cristiano con la adoración de los Apus y las fuerzas
de la naturaleza, y cuyo resultado fue la síntesis del Señor Cautivo de
Ayabaca, que contiene de ambos. Dios creo, dice, el Cautivo creo y la Tierra
tiene vida; esa es una apuesta interesante de armonía mágica – religiosa, que
espero se pueda desarrollar en otros textos.
Sus cuentos están, además,
llenos de una ideología, no política. Wilder no es político. No propagandista.
Wilder no es agitador, ni activista y en sus pocos intentos de serlo queda en el
espacio no público. Es una ideología literaria, inclusive, cuestionablemente digo yo, fantástica. De ahí que se declare partidario del movimiento indígena,
del Abya Yala y admirador de las expresiones revolucionarias ocurridas en
nuestra tierra; todo en el mundo de la literatura. Es sobre todo, un escritor.
Demos una mirada a los
personajes. Como toda fabula, los personajes son muchos seres reales y otros
imaginarios: Leonel Santos el “vendepatria”, decía el autor, es la combinación
de muchos personajes que tuvieron una posición a favor de la minería y que
fueron unos activistas, otros protagonistas, otros funcionarios y otros
simplemente partidarios. Lo antagónico está más disperso: las mujeres que son
ultrajadas en un campamento minero, un dirigente barbudo, los mártires de la
lucha y lo pintoresco de los políticos oportunistas detrás y delante del
conflicto. Así, como las extravagancias expresadas en una regidora de “muchas
limitaciones”. Quizás la limitación, literariamente hablando, sea haber
concentrado todos los defectos en unos y las bondades en otros; lo cual vuelve
a los personajes demasiado fáciles y previsibles.
Cuando lean los cuentos no se preocupen;
si es que en muchas cosas no coincide con lo que realmente sucedió, porque son
cuentos. Una fabulación de una realidad que se expresó de manera tan real que
aquel que no conoció algunos detalles, puede pensar que fue una fantasía, los
hechos están mezclados para dar origen a composiciones literarias. La muerte de
dos compañeros, la captura y tortura de otros tantos y la heroicidad con que la
mayoría de nuestro pueblo resistió y viene resistiendo a un poder
transnacional, son reales; trastocados a propósito de la fábula.
Wilder no quiere contar la
historia del conflicto, no podría hacerlo solo. Quiere desde su amor por la
literatura contribuir a una imagen de dicho conflicto, a veces idealizado,
asumiendo una postura y no ocultando su denuncia. Esa es la línea transversal
de todos los cuentos. Hay más que decir, sobre el
conflicto y hay más que decir sobre los cuentos y su autor, basten estas líneas
para provocar a la lectura.
Líneas arriba expresaba que es
un placer ver publicaciones de este tipo, pero también es una preocupación que
sea tan esporádico y difícil que muchos tengan que guardar sus hojas y
borradores de sus textos, porque no hay dinero que publicar, porque no hay
quien se interese por promoverlos. Quizás cuando lean los textos de Wilder o de
otro aventurado escritor, algunos digan “yo tengo” cuentos, poesías,
investigaciones mejores. Seguramente deben tener razón, pero al no existir
espacios de difusión y publicación nunca lo sabremos.
La lucha por la defensa del
territorio comunal ha significado para nuestro pueblo, la esencia de nuestro
tiempo, tiempo que es asumido de manera heroica por su gente. El papel del
poeta, del escritor, del fabulador, del artista, es hacer del heroísmo del
pueblo una alegoría para el futuro. Ayavaca es en esta obra, la alegoría de un
pueblo que defiende sus tierras, que defiende sus paramos, que defiende sus
futuro.